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domingo, 24 de abril de 2022

Día 1 (24/04/2022)- en viaje - comienza la aventura

 


Tras muchas horas de viaje, se podría decir que casi en vigilia, llego a mi destino: el aeropuerto internacional de Lárnaca. Y os preguntaréis por qué no a la capital de Chipre (que ya sabréis que es Nicosia, o Lefkosia, que es como la llaman los locales)

Pues bien, como la profesión va por dentro y no he venido sólo a hablar de mi curso, os voy a contar algunas curiosidades de este país.

Chipre se encuentra en un enclave geopolítico estratégico, en el extremo más oriental del mar Mediterráneo, a 113 km al sur de Turquía, 120 km al oeste de Siria y 150 km al este de la isla griega de Kastellórizo. Este hecho hará que sea conquistada por numerosos pueblos y países a lo largo de la historia. De hecho, fue colonia británica desde 1925. Para más información, adjunto la guía en pdf elaborada por el ministerio de Asuntos Exteriores.

Desde el año 1974, el país se encuentra dividido en dos tras el derrocamiento del presidente de Chipre y la invasión turca de la parte norte de la isla y la mitad de su capital. De este modo, el aeropuerto internacional (que es a lo que yo iba con esta explicación) fue destruido en dicho enfrentamiento.

Por fin llego a su capital después de haber salido de Zaragoza hacía 16 horas, a unos 30 grados de temperatura y habiendo dormido 4 horas.

Pero no puedo quedarme durmiendo y salgo yo sola a explorar. Lo primero que noto es la ausencia de gente en las calles, que casi que asusta. Pero no olvidemos que Chipre fue colonia británica y el modelo de transporte me recuerda enseguida al anglosajón, con predominio del uso de coche particular (el autobús costaba 1.8 y un taxi compartido entre 3, costaba 2 euros). Claro que esto lo escribo hoy que es mi último día, porque en el momento pensaba más en mi propia seguridad que en la GeH de este enclave.

Me encamino hacia el centro de la ciudad (casi teniendo que andar por la carretera por la ausencia de continuidad de acera) usando internet y agradeciendo a quien se le ocurrió crear la Unión Europea y por consiguiente, el roaming.

Después de varias vueltas y de haber encontrado la oficina de turismo cerrada, me dispongo a investigar por mi cuenta todos los recovecos de su casco antiguo. Callejeando por estos mismos aprecio la singularidad de sus construcciones, veo esa mezcla de culturas y noto la degradación generalizada de algunos de sus rincones. Voy dándome cuenta de que estoy en una ciudad de contrastes.

Y hablando de opuestos, cruzo la frontera que separa las dos partes de la ciudad, entregando mi DNI en la frontera grecochipriota primero y en la turcochipriota después. 

 

Tras mis primeros pasos, me siento enseguida en otro mundo. Dulces turcos, cachimbas y tiendas de marcas de imitación me rodean. Parece un parque de atracciones.



La noche empieza a caer y no quiero que se me haga de noche antes de poder dar un rodeo. No lo consigo. Voy paseando con los ojos como platos, observando todo y haciendo fotos, escuchando la llamada al rezo desde lo alto de los minaretes de las mezquitas y con cierta tensión en el cuerpo que va in crescendo conforme oscurece.

Entro en el recinto de una mezquita, observo las tumbas musulmanas y la zona donde se lavan antes de entrar a la mezquita con hidrogel instalado al lado de cada grifo. 



En mi regreso hacia la zona grecochipriota he de cruzar varias calles en las que el alumbrado público brilla por su ausencia. No soy ni siquiera consciente de mi valentía por adentrarme en algo tan desconocido, pero tampoco siento especial peligro. La gente que me voy cruzando es muy diversa, las casas son modestas y tienen sillas y hasta sus zapatos fuera de las casas, así que pienso que no puede ser una zona muy conflictiva y que me he dejado todo mi dinero en el hotel.

Cuando llego a la zona opuesta, la sur, me encuentro con dos chicas que van a hacer el curso conmigo y con las que contacté antes de venir, a través del grupo de whatsapp y cenamos en el único restaurante que nos da de cenar a las 10.30 pm.

 

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